miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Somos adictos a la comida chatarra?








Un reciente estudio del Instituto Italiano de Tecnología de Génova http://www.iit.it/en/home.html , en colaboración con la Universidad de California, sindica a los endocannabinoides (sustancias producidas en el intestino) como los responsables de una supuesta dependencia por las comidas grasosas.

 Cuando un alimento alto en grasas es ingerido por nuestro organismo, se dice que genera una señal que viaja al cerebro, después al nervio vago y luego al intestino, donde estimula la producción de endocannabinoides. Esta sustancia en mención es la que interviene en la producción  de las hormonas que afectan directamente la sensación de hambre y de saciedad.

Esta reacción explicaría el deseo insaciable de comer alimentos altos en grasas como papas fritas, hamburguesas, pollo a la brasa, pollos broaster, etc., según algunas publicaciones realizadas a partir de este estudio.

Aunque algunos afirman que no son tan malos, según explican algunos nutricionistas, “lo que se está señalando es que si uno produce endocannabinoides, estos le van a generar hambre y por ende va a subir de peso. Sin embargo eso no es tan exacto, debido a que hay grasas como los ácidos grasos buenos, presentes en el pescado, la soya y el aceite de oliva, por ejemplo, que generan endocannabinoides y no nos engordan. Por el contrario, los alimentos chatarra, no tienen ácidos grasos poliinsaturados y no producen endocannabinoides.

Los endocannabinoides incrementan el apetito, pero no funcionan igualen todas las personas. Si tengo sobrepeso por acumulación de grasa, voy a tener más receptores de endocannabinoides en mis células grasas. Mientras haya más receptores, mi apetito se incrementa, y a menos receptores como en las personas delgadas hay menos apetito. Además hay que precisar que no se genera ansiedad para comer grasa, eso no existe, lo que se produce simplemente son ganas de comer.

En conclusión, en personas con sobrepeso, los endocannabinoides se potencian. Por ello los estudios científicos buscan cómo bloquear los receptores de las células grasas, para que no se junten con los endocannabinoides y estimulen el apetito.


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