lunes, 3 de octubre de 2011

El Alpinista y la cuerda



Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició una travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció.

La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa .El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. 

Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida.

Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embrago, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña. 

En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar:
 -Ayúdame Dios mío!!
-De repente, una voz grave y  profunda de los cielos le contesto:
-¿Qué quieres que haga?
-Sálvame Dios mío
-¿Realmente crees que yo te pueda salvar?
-Por supuesto Señor!!
-ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE…

Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda.

Al día siguiente los miembros del equipo de rescate encontraron un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda… A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO… 

¿Y tú? ¿Qué tan aferrado estás a tu cuerda?, ¿te soltarías? No dudes nunca. Nunca debes decir que Él te ha olvidado o abandonado. No pienses jamás que Él no se ocupa de ti. Recuerda siempre que Él te sostiene de su mano derecha. 

"Es hora de que disfrutes de una taza de café y que tengas un buen día…"

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