Un amigo y compañero de trabajo me envió este artículo, que me
pareció muy importante y bello, por su contenido y deseo compartirlo con
ustedes, gracias a Armando Pereda.
Un niño se
hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse
cuenta, el barquito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance.
Apenado
corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara
en su apuro.
Sin decir
nada el muchacho empezó a levantar piedras y echarlas, al parecer en contra del
barquito; el pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho
grandote se estaba burlando de él; hasta que se dio cuenta que en vez de tocar
el bote cada piedra iba un poco más allá de este y originaba una pequeña ola
que hacia retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra
estaba calculada y por último el juguete fue traído al alcance del niño
pequeño, que quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.
A veces
ocurren cosas en nuestra vida que parecen desagradables, sin sentido ni plan y
hasta nos parece que más nos hunde; pero si esperamos y tenemos confianza en
Dios, nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como una
piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca
de nuestro objetivo.
"Es hora de que disfrutes de una taza de café y que tengas
un buen día…"
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