Las mujeres salvadoras viven para los demás, se la pasan
postergando sus propios planes y deseos en favor de su familia y amistades.
Ponerse en primer lugar alguna vez sería saludable. Si no pueden, es que
necesiten un psicólogo que les ayude a trabajar su autoestima y habilidades
sociales.
La mujer salvadora o “bombero”, como asila llamo yo, siente
la obligación de ayudar siempre a los
demás, se desvive por su familia y resolver todos sus problemas. Se la pasa
postergando sus deseos y planes en favor de los deseos y planes de los otros. A
decir verdad, es tan buena que a veces parece tonta.
En opinión de la facilitadora en psicoterapia, Margarita Lay,
es usual que las mujeres asuman un papel sobreprotector. Y si esta cesión se
hiciera con alegría y con gusto y no implicara un perjuicio físico, ni
emocional, ni mental para la mujer, no estaría mal. El problema se da cuando la
mujer no acepta este papel, sino que se resigna a él. Eso implica un malestar
interior, una frustración, mientras que la aceptación voluntaria, no.
El efecto en los demás
Pero aun si una mujer asume su papel de salvadora o de
buenita voluntariamente y con gusto, debe pensar que efectos genera en los
demás. Sobre este punto, se debe plantear las siguientes preguntas: ¿estoy
criando hijos temeros o conformistas, incapaces de decidir o actuar por si
mismos? ¿Mis hijos se estarán acostumbrando a conductas abusivas hacia la mujer?
Si los efectos son inconvenientes, es necesario cambiar. Lo más saludable seria
aplicar el consejo de Buda: el noble sendero medio.
¿Pero cómo ayudar a este tipo de mujeres a cambiar de
actitud? En opinión de algunos psicólogos, manifiestan que estas personas
tienen que trabajar su autoestima y las habilidades sociales. Deben saber que
no está mal que le den prioridad a sus propios asuntos alguna vez, que se den
en su lugar, que hagan algo bonito para ellas. Está bien ser empáticos, pero
ellas viven la empatía al extremo, viven más en los zapatos del otro que en los
suyos.
Ser buena está bien, ayudar también, nadie lo duda. Lo que
está mal es que una persona se coloque siempre en el último lugar y viva la
vida de los demás, no la suya.
"Es hora de que disfrutes de una taza de café y que tengas
un buen día…"